Entre las numerosas pruebas médicas que se hacen a todos los recién nacidos y a todos los bebés en sus primeros meses de vida está el test para explorar el reflejo rojo en sus ojos. ¿Qué detecta?
El ojo del bebé debe ser transparente y dejar pasar la luz. Cuando no es así, hay una serie de manifestaciones que alertan de que alguno de los componentes del globo ocular (córnea, cristalino, humor vítreo...) tiene alguna alteración. Para descartarlo se utiliza el test del reflejo rojo, que se irá repitiendo en los primeros años de vida del niño.
La prueba para examinar el reflejo rojo en los ojos del bebé se hace a los recién nacidos para descartar cualquier opacidad dentro del globo ocular que dificulte el correcto desarrollo de la visión.
Se realiza mediante un instrumento llamado oftalmoscopio que lo que hace es proyectar una luz sobre los ojos del niño. En ese momento, los ojos reaccionarían del mismo modo a cuando se exponen a una luz fuerte, como la del flash de una foto. Si todo va bien, esa luminosidad no se encontrará con ningún obstáculo en su camino. Cuando es así, el ojo reaccionará mostrando un aspecto rojo en la zona de la pupila. El efecto es el mismo al que se percibe cuando se hace una foto con flash y la persona retratada sale con los ojos rojos.
No se trata, por tanto, de una prueba invasiva ni peligrosa. Solo se proyecta una luz dirigida sobre el ojo para ver cómo este reacciona.
La visión del niño es inmadura cuando nace y se va desarrollando a lo largo del tiempo. Es por este motivo por lo que tanto esta prueba como otras que tienen que ver con sus ojos se repiten a lo largo de las sucesivas revisiones. En este caso, la prueba del reflejo rojo se suele hacer en los dos o tres primeros años de vida, ya que pueden aparecer patologías a lo largo del desarrollo que impliquen modificaciones en dicho reflejo, advierte la Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica.
Algunas patologías que tienen que ver con la capacidad visual del niño son fácilmente detectables, pero otras no dan tantas señales evidentes, por ello todos los bebés debieran revisarse a lo largo del primer año de vida, aunque no se haya detectado nada.
No obstante, hay una manifestación de alteraciones en este sentido que es muy evidente. Sucede cuando se hace una fotografía con flash. Si el niño muestra un reflejo blanco sobre la pupila (en Medicina se denomina leucocoria), es que la luz no ha pasado. El reflejo debería ser rojo y no blanco, por eso, si esto sucede, los padres o cualquier persona que vea la imagen, deben advertir de ello al pediatra para que el niño sea examinado. En los casos más graves podría indicar la presencia de un retinoblastoma, ante el que hay que intervenir cuanto antes.
Fuente: Hola