Las piscinas, la arena y el sol pueden causar molestias en los ojos de los niños en verano. Recuerda que son mucho más sensibles que los de los adultos.
Con las altas temperaturas y la llegada de las vacaciones los niños pasan más tiempos expuestos a la luz solar y a otras actividades de ocio en las que resulta importante cuidar la salud de sus ojos.
Protegidos del sol
Al igual que en los adultos, debemos tener precaución con la protección ocular de los niños con unas buenas gafas de sol. Estas deben estar homologadas y contar con el sello CE, y además poseer un filtro eficaz ante los rayos UV. Que sean niños no quiere decir que lleven gafas de juguete o de dudosa calidad, por ejemplo, las compradas en un mercadillo. En cualquier establecimiento sanitario de óptica encontrarás infinidad de modelos atractivos para ellos. Dales ejemplo y ponte tú también tus gafas de sol cuando salgáis de casa.
Entre las 10 y las 15 horas es muy importante proteger su vista con las gafas de sol, pero también con gorras y ropa adecuada, fresca y transpirable y a ser posible realizada con tejido con factor de protección solar, sobre todo si va a ir a zonas donde exista más exposición solar como la playa o la montaña.
Evitar ojos rojos y conjuntivitis
Los chapuzones del verano pueden convertirse en enemigos de los ojos de los niños. La sal marina puede irritar los ojos en algunos casos, pero en general no implica riesgos importantes. Sin embargo, si los peques van a estar en contacto con el agua de la piscina, es conveniente que utilicen gafas acuáticas para prevenir irritaciones, ya que el cloro influye en la aparición de las conjuntivitis.
En el agua pueden existir agentes irritantes o bacterias que no son eliminados totalmente por el cloro, o cual hace que debamos tomar algunas medidas tras el baño, como es darse una ducha para eliminar dichos agentes potencialmente nocivos y si es posible instilar unas gotas de suero fisiológico o lágrima artificial sobre sus ojos que, si además tenemos la posibilidad de haberlas conservado en frío, tendremos un efecto descongestivo añadido al efecto de lavado que pretendemos.
Evita que nade en aguas poco saludables. Las aguas contaminadas propician la aparición de gérmenes y bacterias que ocasionan, entre otras complicaciones, infecciones en el oído.
Cuidado con la arena
Debemos tener también cuidado con la arena cuando los niños juegan en la playa o en los parques, ya que se les puede introducir en los ojos de forma accidental. Si esto ocurre debemos enjuagar los ojos inmediatamente y no dejar que el niño se los frote, ya que se podría hacer daño en la córnea, además de dañar el ojo con las bacterias que tiene la arena y dar lugar a irritaciones.
No te olvides los tapones
El uso de protectores auditivos (tapones) en los niños en las piscinas o playas disminuye el nivel de humedad provocado por el contacto con el agua y, por tanto, se reduce el riesgo de padecer otitis. Recuerda ponérselos antes de que se meta al agua, limpiar los oídos después con una ducha y secar muy bien los oídos al finalizar.
Al elegir sus gafas escoge unas que tengan una goma para sujetarlas, así se olvidarán de que las llevan puestas.