Científicos del Departamento de Energía del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Berkeley Lab), en Estados Unidos, han desarrollado un método para generar energía utilizando virus inofensivos, que convierten la energía mecánica en electricidad. Los investigadores han publicado su estudio en la revista ‘Nature Nanotechnology’.
Los científicos probaron su enfoque creando un generador que produce la corriente necesaria para operar una pequeña pantalla de cristal líquido, que funciona pulsando con un dedo un electrodo del tamaño de un sello de correos, revestido con virus especialmente diseñados -que convierten la fuerza aplicada con el dedo, en carga eléctrica. Este generador es el primero en producir electricidad mediante el aprovechamiento de las propiedades piezoeléctricas de un material biológico -la piezoelectricidad es la acumulación de carga en un sólido, en respuesta a la tensión mecánica.
Este método podría dar lugar a pequeños dispositivos que cosecharan energía eléctrica, a partir de las vibraciones de las tareas cotidianas -como cerrar una puerta, o subir escaleras. Además, también sugiere una forma más sencilla de crear dispositivos microelectrónicos.
“Se necesita más investigación, pero nuestro trabajo es un primer paso hacia el desarrollo de generadores de energía personales, para su uso en nano-dispositivos, y otros mecanismos basados en la electrónica de virus”, explica Seung-Wuk Lee, científico de la Universidad de Berkeley, y profesor de Bioingeniería. Lee condujo la investigación en un equipo que incluye, entre otros, a Ramamoorthy Ramesh, profesor de Ciencias de los Materiales en la Universidad de Berkeley, y Byung Yang Lee, del Berkeley Lab.
El efecto piezoeléctrico fue descubierto en 1880 y, desde entonces, ha sido observado en cristales, cerámica, huesos, proteínas y ADN. También se ha puesto en uso: los encendedores de los cigarrillos eléctricos y los microscopios de sonda, por ejemplo, no podrían funcionar sin él. Sin embargo, los materiales utilizados para fabricar dispositivos piezoeléctricos son tóxicos, lo que limita el uso generalizado de esta tecnología.
Lee y sus colaboradores se preguntaron si un virus, estudiado en laboratorios de todo el mundo, ofrecía una mejor alternativa: el bacteriófago M13, que sólo ataca a las bacterias, y es benigno para las personas y, al ser un virus, se reproduce por millones en cuestión de horas, proporcionando un suministro constante. Además, este virus es fácil de manipular genéticamente. Sin embargo, los investigadores de Berkeley primero tenían que determinar si el virus M13 es piezoeléctrico. Para ello, Ramesh y Lee aplicaron un campo eléctrico a una película de virus M13, observando lo que ocurría mediante un microscopio especial. Los investigadores vieron entonces que las proteínas helicoidales que envuelven los virus se retorcían y giraban en respuesta, una señal segura del efecto piezoeléctrico.
Fuente: Europapress