Durante los primeros años de vida, el sistema visual va madurando hasta llegar a un punto de total desarrollo alrededor de los 10 años. Si en esta etapa sucede alguna anomalía que interfiera en el proceso, pasando desapercibido después de cumplir esta edad, el daño será irreparable. Por ende, es de suma importancia realizar controles oftalmológicos periódicos, aunque el menor no muestre ningún síntoma anormal en su visión.
El primer control visual del niño lo lleva a cabo el neonatólogo, al momento de nacer. La primera visita al oftalmólogo debería hacerse antes de los tres años, ya que en esta edad ya pueden diagnosticarse algunos inconvenientes oculares.
La Academia Americana de Oftalmología aconseja que los niños en edad escolar se controlen cada uno o dos años, mediante chequeos de agudeza visual y alineación ocular. Estos controles puede realizarlos en pediatra que, al encontrar alguna anomalía, derivara al menor a un oftalmólogo.
Estas sugerencias son generales, ya que existen situaciones que modifican el esquema. Por ejemplo, si en la familia hay antecedentes de alguna afección visual, puede que se necesiten controles oculares con más regularidad. Asimismo, si los padres, profesores o cualquier persona que comparte con el niño notan alguna actitud concerniente a su visión, habrá que llevarlo a un especialista a la brevedad.
Fuente: Salud a la vista