Hipocondríaco: “enfermo imaginario”

Un ligero dolor de cabeza, mareos, palpitaciones o sutiles molestias intestinales pueden ser para un “enfermo imaginario”  la previa de un diagnóstico terrible. Las explicaciones de los médicos nunca son suficientes para calmar su elevada preocupación. De ahí que luego deambulen por distintos especialistas en búsqueda de uno que les confirme lo peor. Se define como hipocondríaca a aquella persona que cree padecer una enfermedad grave, a partir de una mala interpretación de algunas sensaciones corporales y que persiste en su angustia, aún cuando las explicaciones de los médicos y los análisis clínicos expresen lo contrario. Se estima que entre un 6 y un 10 % de la población mundial la padece. No es habitual que aparezca antes de los 50 años y tampoco discrimina por sexo: afecta a ambos por igual.

Los síntomas principales:

  • El trastorno dura por lo menos 6 meses.
  • Creencia persistente de la presencia de al menos una enfermedad somática grave.
  • Mala interpretación de los síntomas.
  • Ningún trastorno físico aparente puede explicar el malestar.
  • Negativa insistente a aceptar las explicaciones y las garantías reiteradas de médicos diferentes de que tras los síntomas no se esconde ninguna enfermedad.
  • Los síntomas pueden ir mutando.
  • Los síntomas pueden ser vagos o específicos.

Las causas
Los factores que propician una personalidad hipocondríaca son múltiples. Las vivencias personales pueden ser determinantes:

  • Una salud frágil en la infancia.
  • La muerte de una persona muy querida por una enfermedad terminal.
  • El hecho de haber padecido una patología física de consideración.

Estos son algunos de los disparadores. Asimismo, si bien no es un trastorno hereditario, la familia juega un papel preponderante en la conformación de un cuadro de esta índole. De hecho, los especialistas coinciden en que muchos hipocondríacos se han formado en un hogar en el que se le ha dado mucha importancia al cuidado de la salud o que ante el menor inconveniente como una gripe, un dolor de cabeza o un malestar estomacal, se reaccionaba de forma muy exagerada. También hay ciertos rasgos de personalidad que son comunes entre los “enfermos imaginarios”. Entre ellos:

  • Autoestima baja
  • Personalidad obsesiva
  • Depresión
  • Ansiedad
  • Melancolía
  • Narcisismo.

El común denominador entre todos los hipocondríacos es el miedo a la muerte.

La automedicación es el principal peligro.

De más está aclarar, que un hipocondríaco puede enfermarse como cualquier persona. El hecho de estar excesivamente pendientes de su salud no los coloca en un lugar más peligroso, pero tampoco los deja exentos de padecer un problema físico. Aunque sí les permite abordar cualquier anomalía orgánica con una favorable antelación. En rigor, el factor más nocivo para una persona con un trastorno de estas características es que incursione en la automedicación.  Otro de los riesgos es que en el afán de encontrar ese supuesto problema orgánico que los aqueja, se sometan a ciertos estudios complejos que pueden traerles inconvenientes.

¿Los síntomas físicos son reales?

Hay cierta creencia que dice que las sensaciones corporales que experimentan los hipocondríacos son invenciones de su mente, pero es un concepto erróneo: los síntomas existen. En realidad, son los mismos que percibe cualquier persona tras una larga jornada de estrés, por una contractura o por una indigestión, pero con la diferencia que un individuo con este trastorno lo vive con una angustia y ansiedad desproporcionada. El doctor Jorge Franco, médico psiquiatra y jefe de consultorios externos de Salud Mental del Hospital de Clínicas, explica que “el hipocondríaco tiene una vivencia de fragilidad corporal porque considera que está demasiado expuesto a cualquier cosa que pueda afectarlo. Pequeños movimientos intestinales, un leve mareo o los latidos del corazón que suelen percibirse en ciertas posiciones y que el común de  la gente pasa por alto, para ellos es una enfermedad terrible. Y luego, al pensar que ya la están padeciendo, terminan generando síntomas por la ansiedad que se empieza a desarrollar”.

Tratamiento
Una vez descartadas causas orgánicas, y ante la confirmación de un cuadro de Hipocondría, es recomendable que el paciente comience una psicoterapia y que no concluya su vínculo con el médico.
En este sentido, es importante que el profesional le haga entender al “enfermo imaginario” las razones de sus síntomas y de cómo debe continuar su tratamiento. Claro que no es una tarea sencilla: quienes padecen de este trastorno se resisten una y otra vez a aceptar que su problema es psicológico.
Pese a ello, los especialistas en la materia coinciden en que el médico debe escuchar al paciente, evitar generarle la sensación de porque no tiene nada físico se lo quiere sacar de encima, es importante revalidar la conversación y el buen uso de las palabras.

La medicación para abordar la Hipocondría se utiliza sólo en casos severos. Los ansiolíticos y antidepresivos son los más utilizados. Y un derivado de estos últimos es uno de los más aplicados: el Inhibidor de Recaptación Selectiva de Serotonina (IRSS). Es sustancial que estén recetados bajo la prescripción de un médico psiquiatra y se aconseja que sean acompañados por un tratamiento psicológico.
Fuente: Revista Buena Salud

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